domingo, 14 de agosto de 2011

No Dejes de Entrar.

Me dí cuenta que sí existe un mundo más allá de lo que puedo, y de quien, en realidad, puedo ver. Fue suficiente el aparente convencionalismo social del saludo para perderme en tí; y sí, fue sólo un "aparente convencionalismo", porque en tí, fue absolutamente lo opuesto a cualquier saludo tradicional.
Cerré mis ojos, y abrí mi corazón, permitiendo que todas y cada una de tus palabras, penetraran con una fuerza más contundente, que cualquier fuerza conocida por ningún cuerpo, por ningún corazón.
Descubrí que es posible versificar con el alma, y no sólo con la mente, que no es necesario mantener algún contacto corporal, para desatar las más fervientes pasiones existentes, que se puede hacer de una bestial distancia, un igualmente bestial amor.
Me fue inevitable entregarte desde la más insignificante fibra de mi ser, hasta el más profundo y puro suspiro. Ahora se ha vuelto una necesidad aplastadora tenerte entre mis brazos, y un suplicio aún más grande, soportar los segundos sin poder oler tu esencia.
Y si bien, carecemos de recuerdos, abundamos de momentos que ya ha creado nuestra imaginación, y que están ahí, esperando a ser liberados y a ser plasmados en una historia, en nuestra historia.
Estás en mí, y lo único que te pido, es que no pienses en marcharte de mí, de mi corazón, pero te suplico, que no dejes de entrar, que no dejes de entrar en mí.

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